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¿Sufrimiento o Dolor?

By admin | marzo 1, 2020

¿Qué pasaría si nos diéramos cuenta de que no es necesario sufrir? ¿Acaso alguien lo pide? ¿Hay un mandato condicionante? Sabemos que definitivamente nada ni nadie nos obligan a sufrir

En la vida hay dolor real: las circunstancias de nuestra salud, la pérdida de las personas más queridas…

Pero es diferente. En el momento del dolor nos hacemos uno con ese dolor, estamos allí sintiendo lo que es. Es así y esta fuera de nuestro control.

La mayor parte del sufrimiento de nuestra vida lo sufrimos por pensar en lo que ya no es, en lo que aún no es o sea en nada. Esa nada genera culpa y temor entre otros sentimientos negativos. Eso es muy lacerante porque esas perspectivas sobre la nada se reproducen en círculos cada vez más viciosos por las trampas que nos hacemos con la mente.

“¿Por qué a mí? ¡Ya no puedo más! ¡Siempre con esta maldita suerte!”

Podemos autocompadecernos ad infinitum porque a nuestra mente con sus afirmaciones, creencias y juicios no la detiene nada. Porque no hay nada real ni sustancial para acallarla.

El dolor en cambio es un estado no artificioso. Es más normal y natural en la vida, la que tiene sus claroscuros. Por eso sus heridas duelen lo que tienen que doler y duran lo que tienen que durar.

No hay en ese caso un mecanismo insalubre de la mente y la palabra para sobredimensionar lo que es o inventarse lo que no es

Distinguir entre sufrimiento mental y dolor natural es la gran tarea para liberar el espíritu de cargas innecesarias.

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Pérdidas.

By admin | diciembre 28, 2019

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Este año estuve mucho tiempo hospitalizada. Dos veces, con diferencia de 6 meses entre harakiri y harakiri. Me partieron al medio de arriba abajo literalmente. La zona agredida, debilitada e impotente fue todo mi abdomen, mi tronco. Los taoistas chinos llaman a esta zona del cuerpo “el centro del ser”. Siento que hirieron de muerte y atacaron el centro de mi ser para salvarme la vida.

En ambos casos, sobretodo en el primero, pasada la crisis, tuve que aprender todo de nuevo: intentar volver a caminar, usar el celular sin marearme y recordar cómo era este asunto de operar una computadora y navegar por Internet.

Ni qué decir que desde muy joven (ya no lo soy) yo practicaba yoga diariamente, y seguía con la misma flexibilidad y posibilidades físicas hasta un par de días antes de ser hospitalizada.

Mi mente siempre fue muy activa y esa parte de mí había quedado intacta. Me dí cuenta en la medida en que iba recuperando la conciencia. Mi primera operación duró 5 horas y tuvieron que resucitarme varias veces. De modo que mi conciencia se fue despertando por etapas, gradualmente.

Pero también experimento una enorme satisfacción interior, casi espiritual, en mover mi cuerpo. Y esa fue mi parte afectada. Al principio, anulada.

Los restringidos desplazamientos que podía realizar lo eran agarrada con una mano a una barra de metal de donde colgaban innumerables bolsas de medicamentos y alimentos que conectaban con mis venas y mi intestino delgado, y sosteniendo las bolsas de drenajes calados alrededor de todo mi tronco: adelante, atrás, hasta en la pleura de mis pulmones, con la otra. En esta situación incómoda cada tanto me sostenían para que pudiera ponerme de pié, mantenerme y dar algunos cortos pasitos.

Cuando me externaron y ya sin todos esos cables y bolsas que sostener, apoyándome con las manos en las paredes practiqué poco a poco el volver a caminar. No podía incorporarme rápidamente en la cama, pararme e ir al baño. Por eso, aún en casa, durante un tiempo seguí usando pañales. Felizmente no fue mucho tiempo lo cual significa que mis posibilidades de movilidad iban creciendo.

Pasaba mucho tiempo en cama. Ya podía leer. En el hospital tenía la visión borrosa como consecuencia de lo mal que me sentía y de la debilidad.

Sin embargo mi relación anterior con mi cuerpo volvía como un recuerdo muy vívido que yo quería hacer realidad. Y empecé a estirarme sobre mi colchón como una preparación para las posturas de yoga. Algo se podía y eso me procuraba alegre esperanza.

Avanzaron las semanas y pude empezar a esbozar ciertas “asanas”. No era fácil como antes dibujar las figuras de mi cuerpo superestirado, doblado, retorcido, etc. Pero me acercaba a ello aún no de modo resuelto y seguro sino tanteando qué otras posibilidades había para reemplazar mi abdomen inerte. Caminitos alternativos. Empujar mi cintura por atrás con mis manos. Bambolearme un rato hasta dar el giro para atrás en forma completa. Respirar acompasadamente para que mis brazos y piernas pudieran permanecer estiradas. Exigir cada momento un poquito más a mis articulaciones.

Para todo tuve que encontrar esos caminitos alternativos. Por un lado tenía nostalgia de la agilidad perdida. Por otro lado tenía cierto encanto interesante la búsqueda de las nuevas maneras para alcanzar algo parecido a lo anterior.

Mientras hacía estos intentos tan significativos para mí tenía que hacer un poco de ejercicios con complementos para fortalecer la musculatura que había quedad reducida a casi nada. Obviamente las partes de mi cuerpo que aún tenían fuerza eran brazos y piernas. Eso fue lo que trabajé. Y no resultaba difícil, pues había quedado allí más fuerza de la esperada. Por momentos sentía que empujaba los complementos con las ganas de mi mente. No era una fuerza solamente física.

Con tiempo y  constancia había llegado a una rutina básica que trataba de superar un poquito cada día.

En relación a los recuerdos traumáticos del hospital experimentaba algo de satisfacción y alegría por los logros que, aunque humildes, eran respetables dada mi condición.

Y un día sobrevino algo inesperado. Fuertes dolores abdominales nuevamente. Guardia. Estudios. Tomografías, Ecografías. Había que seguir extirpando. Nuevas heridas sobre las viejas.

Esta vez no había peligro de muerte y la internación fue más corta. Pero al regresar a casa la motricidad ganada a través de meses se había deteriorado nuevamente.

Y así estoy volviendo a empezar todo de nuevo. Muy cansada. Con la incertidumbre de que estos episodios pueden volver a ocurrir. No obstante, todos los días hay un nuevo comienzo. Reconozco que es difícil no dejarse llevar por la desazón de los meses perdidos, de las recurrentes dificultades para moverme. Pero en medio de esta circunstancia acepto el reto del intento diario. Los avances son lentos. Las heridas duelen más que antes. El globo bamboleante en que se había convertido mi panza se siente como una pelota a punto de pincharse en cualquier momento. Pesada, delicada, autónoma. La tengo que cuidar en cada movimiento. Temo que se rompa. El resto del cuerpo busca y siente inteligentemente la manera de alcanzar sus metas sin atormentarla. Nuevamente los caminitos alternativos.

Se que hay un milagro en el espacio de la vida y un milagro en el espacio de la muerte y que los caminitos alternativos rigen para el mismo espacio en ambos casos. Es el mundo del espíritu. Podemos llamarlo de otra manera si la palabra espíritu no nos gusta. Para mí es la fuerza inteligente que nos hace caminar y encontrar los senderos posibles en todos los planos de la existencia, de la autoconciencia lúcida que soy y nunca dejaré de ser (a menos que me haga la distraída). Eso no es una creencia. Es mi certeza. Sé pocas cosas pero las que sé las sé fehacientemente porque las he experimentado.

Y, en definitiva, esta travesía que cuento no es más que una posible travesía entre muchas otras que tienen que ver con muchas clases de pérdidas.

Y así como el taoísmo dice que la palabra crisis se compone de dos ideogramas que significan uno “derrumbe” y otro “oportunidad”, también cada pérdida es un desafío para saber qué es lo que se puede hacer y restituir, o crear algo nuevo a partir de lo que queda.

Aceptar y emprender el desafío como un trabajo donde se juega mi propio sentido personal muchas veces me hace percibir que lo que queda es mucho y que mucho puede llegar a hacerse.

Acá no se trata de ser fuerte frente a la adversidad. Se trata, como dije antes, de aceptar lo que sucede en cada caso. Aceptar no es una actitud aguerrida. Es una actitud razonable.

Doy fe acerca de que la no resistencia, no en un sentido de pasiva resignación, sino de plantar cara a lo que ocurre y no me gusta, o me asusta, o resulta una calamidad, me ha ahorrado mucha energía o quizás exactamente la que necesito para atravesar la oportunidad que ofrece este proceso. Y en estos casos es fundamental, de vida o muerte, no perder energía negando, lamentándose, quejándose, abatiéndose en el escepticismo.

Mirar para otro lado o desesperarse es entregarse a las fauces del dragón. Mirar la desdicha de frente y con la mayor serenidad posible fortalece y ayuda a salir adelante. Si puedo hablar de un poder lo llamo la luz de la conciencia de sí mismo.

Me siento privilegiada por haber recibido este reto. Aunque no es el primero de mi existencia y probablemente tampoco el último, hoy siento que vale la pena escribir sobre él. Y que puede servir a otros para reflexionar y encarar sus propias pérdidas.

 

Desearía ayudar a quien crea necesitar dialogar conmigo. Pueden escribirme a Silviabakirdjian@gmail.com.

 

www.consejeriafilosofica.com

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Tú lo crees, tú lo creas.

By admin | diciembre 15, 2019

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Tú lo crees, tú lo creas. Este es uno de los lemas en boga que surgen en el contexto de la bastardeada “Metafísica” de la “New Age”. En realidad es una verdad mentirosa.  Pues se presenta así, de manera fácil y simplista. Como una ley que flota por el aire y que sólo basta recordar cada tanto aleatoriamente o por las dudas.

Hay en esta enunciación un trasfondo de pensamiento mágico o al menos de algo que sucede sin que cada uno de nosotros tenga que poner manos a la obra.

Sin embargo nos podemos hacer cargo de esa expresión en lo que entendemos tiene de genuina y útil para una vida de bienestar. Bien entendida y bien practicada tiene su sabiduría.

Y aquí conviene preguntarse: ¿realmente estoy creyendo en algo que quiero obtener o descreyendo de algo que quiero evitar? ¿O sólo son frases mentales que pronuncio superficialmente? ¿Qué creo honestamente? ¿En qué soy escéptico a pesar de mí mismo? ¿Cómo podría cambiar mis creencias para alcanzar una verdad más genuina sobre mí mismo? ¿Cómo puedo dar ese salto creativo que me conecte con mis prejuicios, opiniones e interpretaciones acríticas y verlas como lo que son, apariencias que deberían ser superadas por la realidad, mi realidad?

Para gran parte de la filosofía occidental y oriental —parte a la que adhiero— resulta problemático que tengamos la posibilidad de crear algo que esté “ahí”. Es más problemático aún que haya algo ahí que no esté teñido para cada uno de una sensación, un sabor, un color, un velo diferente. Y finalmente, ¿habrá algo real “ahí”, o nuestros juegos danzantes de guirnaldas ilusorias quizás sólo danzan alrededor de nada?

Llego a este extremo de la duda para que sepamos que durante siglos la humanidad se ocupó de cuestionar la confianza ciega de que hay algo real, de que ese algo, si lo hay, sea percibido por nosotros y que aún en caso de ser percibido, esa percepción sea la misma para todos por igual.

Puede que nos pongamos de acuerdo en consensuar algo real, algo así como una convención: la enfermedad, la pérdida, el desastre, el cataclismo, la felicidad, la armonía, la bondad, el equilibrio, la guerra y la paz.

Hasta ahora parece que pongo en duda la realidad de todo.

Propongo ser más razonables: no digo entonces que el ser de las situaciones o cosas se agote o reduzca en ser percibido. No lo digo de manera absoluta. Pero lo que llamamos nuestra realidad se construye en gran parte por lo que creemos, por una suerte de ilusión en la que estamos atrapados, condicionados para pensar, juzgar, sentir, opinar, quejarnos, celebrar, excitarnos, festejar.

Hay enfermos terminales que salen adelante y otros no tan terminales que mueren. Esto ha sido estudiado mucho por el Maestro Chopra[1] por ejemplo.

Hay gente desdichada que se suicida y gente mucho más desdichada que ha canalizado su enorme cuota de dolor en construir algo benéfico para sí mismo y para los demás.

Hay herederos de unas familias extremadamente disfuncionales que siguen ellos mismos en la culpa y la disfuncionalidad toda su vida. Y otros con la misma herencia que han encontrado en ese laberinto la salida para una vida propia y productiva, no necesariamente atada a su historia.

Qué ha hecho la diferencia?

La manera en que han tomado las cosas. Las creencias bien fundadas que han tenido de esas cosas y de sí mismos, los que salieron adelante, y las creencias infundadas de los que  no salieron. Las opiniones y juicios con que han interpretado lo supuestamente “real” para todos por igual. Algunos, los más afortunados, no compraron esa ilusión, no se la creyeron y se liberaron de ella para alcanzar a construir una vida mejor.

Se reconocieron en sus certezas más profundas.

Se hicieron eco de las enseñanzas de los estoicos romanos: lo que nos afecta no es la cosa sino lo que pensamos de la cosa.

Pero también hay algo más y muy importante.

Se tomaron un cierto trabajo, mucho o poco no importa, en reflexionar, examinar  y metabolizar sus circunstancias.

Sin trabajo y práctica no hay progreso en la vida espiritual ni anímica.

Los lemas para perezosos: tú lo crees tú lo creas, lo que temas te sucederá, el universo caerá rendido a tus piés, etc., son frases hechas de moda que no cambian la vida de nadie.

En este sentido cobra fuerza la “paradoja de Moore”[2] que Marinoff[3] menciona en su libro “Pregúntale a Platón”. Consiste en esta afirmación: “esto que me aqueja se supone que tiene que hacerme mal pero yo no me lo creo”. Si te lo proponen como una fórmula mágica a repetir, puedes pensar que es una broma: ¡cómo no me lo voy a creer! Pero si lo analizas a la luz de las consideraciones anteriores verás que tiene la virtud de muchas paradojas: sacarte de una línea demasiado obvia de pensamiento para hacerte saltar a otro plano más profundo de lo verdadero donde no te involucras emocionalmente con lo que te pasa de un modo fácil y automático. Más profundo porque estaba escondido en tu ser esperando que lo reconocieras. O sea: frente a esta adversidad que podría juzgarse como angustiante ¿es necesario que yo crea que tengo que cargar con tal o cual cuota de sufrimiento? ¿Es necesario que sufra tanto? ¿Y si es optativo? ¿Y si puedo elegir no sufrir o, al menos, no darme tanta manija con las cantilenas de la autocompasión?

El objetivo del consejo filosófico, el asesoramiento o el ejercicio de la filosofía en la vida cotidiana consiste en ayudar a distinguir entre apariencia y realidad, entre tu apariencia y tu realidad, entre tus autoengaños y tus autocertezas.

Alcanzar un poco de tus muchas verdades y certezas siempre requerirá un trabajo, una tarea a realizar. Y cualquier pequeño cambio en un ser humano es grande. Yo personalmente no lo mido por la cantidad. ¿Cómo podría medirse eso?

A arremangarse!!! Que no se cambia nada leyendo el prospecto sino tomando el medicamento.

Como decía Platón “Lo hermoso es difícil” pero es hermoso!!!

Si te interesa esta perspectiva sobre las “afirmaciones” indolentes que no te cambian la vida por más que las repitas, yo te propondré en forma personalizada, de acuerdo a tus malestares de la vida cotidiana reemplazarla por  brevísimos consejos o incitaciones a la acción, cuyo poder medicinal comenzarás a experimentar ni bien recuerdes pensarlos, ¿qué te parece? Tres veces al día por ejemplo.

Escríbeme según tus inquietudes y te daré las devoluciones que mejor te calcen. Silviabakirdjian@gmail.com

[1] Deepak Chopra, médico, escritor y conferencista indio..

[2] Debida al filósofo británico G. E. Moore

[3] Lou Marinoff, fundador de la American Philosophical Practitioners Association y autor de varios libros.

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Capacitación a distancia en Consejería Filosófica

By admin | junio 22, 2014

Nuevo!!  Capacitación a distancia en Consejería Filosófica

Debido a muchos pedidos recibidos acerca de la posibilidad de capacitarse en Consejería Filosófica, se encuentra en formulación un esquema de capacitación a distancia destinado a egresados con titulo de nivel terciario o universitario en Filosofía. Se ruega a todos aquellos que estén interesados en participar de un esquema de esta naturaleza que hagan llegar su manifestación de interés al e-mail: silviabakirdjian@gmail.com

Los parámetros básicos del esquema de capacitación serán los siguientes:

A fin de manifestar el interés en la capacitación se ruega enviar por e-mail:

Se sugiere leer los pasajes de ésta página que explican qué es la Consejería Filosófica, a fin de poder responder un cuestionario inicial que se les hará llegar oportunamente. Cualquier aclaración adicional solicitarla al e-mail: silviabakirdjian@gmail.com

Nueva Publicación.

Mujeres en la Consejería Filosófica – El Anima del Pensamiento en Acción

En respuesta a una convocatoria específica de los editores, los Dres. Peter Raabe y Luisa de Paula, he colaborado desde el año 2013 con un grupo internacional de destacadas mujeres Consejeras Filosóficas de Oriente y Occidente, a fin de publicar una colección de ensayos escritos por colegas de todo el mundo.

Dicho trabajo conjunto ha quedado plasmado en una antología sobre el tema, definida por sus editores como “por y para las mujeres”. Este libro se publicó en la editorial Lexington Books, un sello de la Rowman & Littlefield Publishing Group (https://rowman.com/ISBN/9780739191651/Women-in-Philosophical-Counseling-The-Anima-of-Thought-in-Action).

El título de mi contribución a dicho libro es “El despertar de ‘Anima’ en la consulta filosófica.”

Compartiendo Experiencias.

Convocatoria y devoluciones de mis queridos amigos.

“La vida está llena de un potencial insondable. Lo que llamamos limitaciones no son más que la decisión de imponernos limitaciones a nosotros mismos”. Daisaku Ikeda

Ocurre en gran parte del tiempo de nuestra vida respecto de muchísimos desafíos que tienen que ver por ejemplo con mejorar  una relación, desprenderse emocionalmente de alguien sin resentimiento, aprender a controlar la ira, ser más creativos, llegar a saber lo que verdaderamente nos gusta y hacerlo, sortear dificultades laborales, encontrar alternativas ante situaciones que parecen un callejón sin salida.

Sería muy grato para mi y ayudaría a otros que necesitan conocer experiencias de los demás como un espejo para conocerse a sí mismos que ustedes respondieran este mail contando alguna historia personal que asocien con lo que acaban de leer, describiendo algún rasgo de carácter que reconocen en ustedes o simplemente una pequeña reflexión.

Recuerden que aún tres líneas pueden ser muy valiosas para el que las escribe porque lo ayuda a autoconocerse y para los demás que pueden llegar a sentirse movilizados en un sentido evolutivo, es decir, en orden a mejorar su calidad de vida.

Espero que haya muchas devoluciones para así enriquecer la página Web de Consejería Filosófica. Con cariño deseo a todos mucha paz

Lic. Silvia Bakirdjian

Cualquier pequeño cambio en el ser humano es un gran cambio. Al hacer un pequeño giro se abre un ángulo que amplía el horizonte de posibilidades y lo acerca a nuestro centro de un modo exponencial.

Veamos que les ha ocurrido a algunas personas después de unas pocas consultas:

“… Aprender a vivir el momento presente, soltar las riendas y no pretender tener el control de todo experimentando así cómo la vida se pone más amigable con uno…”

¿Yo qué puedo decirte, si vos me conocéis mejor que yo misma?

Efectivamente eso que llamas “imponerse limitación”, es lo que suele ocurrir en gran parte del tiempo de nuestra vida. Personalmente he “gateado” en mi mejoría personal (no pierdo las esperanzas pero sé que aún me falta andar y luego correr).

Aún me siento identificada con los ejemplos de:

Reconozco que sin tu ayuda, sin tus consejos filosóficos: no podría decir hoy ni siquiera que he “gateado”. Me ayudaste a iluminar mi vida, deseaba realmente hacer algo efectivo para dejar de sufrir, y cada uno de tus consejos son para estar realmente “corriendo” feliz por la vida, no me canso de repetírtelo y espero seguir contando contigo.

“… Trascender, decidir superar una mala vida capacitándose para ayudar a los demás (el camino más noble de la verdadera compasión). Vivenciar las herramientas que vuelven a nosotros  para ir sanándonos a nosotros mismos, mejorar las relaciones interpersonales y transformar nuestro malestar en paz…”

Gracias a Dios estoy muy ocupada, haciendo un curso de decodificación de las enfermedades, tipo sicología. Estoy muy entusiasmada, porque puedo con ello ayudarme a mi misma y a los demás que lo deseen. Cuando lo termine también puedo trabajar y ganarme unos pesos.

Sigo luchando para que mi relación de pareja mejore, en el diálogo, en acompañarnos, en no pelear, y no dar demasiada importancia a lo demás.

Una vida juntos no puede terminar porque pensemos diferente, yo se lo dije, tratemos de estar bien entre nosotros, de apoyarnos, de vivir lo mejor posible lo que podamos, las cosas simples de todos los días, nada del otro mundo, solo estar juntos, y dar gracias a Dios y a la vida por nuestros hijos y nietos y lo vivido hasta hoy.

Ojalá sea por muchos años, pues hay tanta gente que no puede contar lo que yo puedo contar que viví. Dar gracias es lo importante y dar amor, ya que así también lo recibiremos.   Gracias por acordarte de mi.

“… Mantener la serenidad y cultivar el propio bienestar  a pesar de no estar aún seguros de haber encontrado nuestro camino ‘justo’ en la vida…”

La vida como desafío permanente… proyecto de vida …volver a empezar, son algunas frases que en estos días tengo muy presentes. Ni sufro inútilmente, ni tengo drama con mi pasado, lo acepto, no reniego de él.

No siento que esté viviendo la vida que quiero, me siento fuera de mi eje, como sapo de otro pozo. Creo que tengo que aprender a escuchar mi voz interior, mi verdadera naturaleza, de una vez por todas… ya que es lo esencial para mi, la verdad, mi verdad.

Allí donde esta tu tesoro está tu corazón… Siempre se puede cambiar, siempre estamos a tiempo de volver a empezar. En eso estoy querida Silvia. Abrazo fuerte.

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Presentación

By admin | abril 30, 2008

La praxis filosófica contemporánea es una escuela de pensamiento que parte de la confianza probada y demostrada en que la filosofía puede ser aplicada a la vida personal y social para alcanzar la plenitud, el bienestar, la serenidad y, por qué no, la felicidad.

El entrenamiento espiritual con la ayuda de un consejero filosófico no permanece atado al pasado de las personas ni bucea en él para interpretar lo que le está ocurriendo ahora. Se trabaja con las dificultades del presente y se proyecta hacia un futuro que aporte serenidad y sentido a la existencia. Es un camino muy corto en el tiempo y profundo en el ser de cada uno.

Hay mucho sufrimiento imaginario en el ser humano. Mucho sufrimiento inútil. Poco sentimiento genuino.

Se ha comprobado internacionalmente que la Praxis filosófica funciona. Mucho mejor que un antidepresivo.   Es una terapia amigable, fácil y muy breve.  Sólo es necesario pensar mejor y en forma más saludable.

Entonces,¿ para qué sufrir?

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Qué es la consejería o consultoría filosófica?

By admin | abril 29, 2008

A menudo el público considera a la filosofía como un ejercicio puramente académico, en el que los profesores, licenciados o doctores en filosofía, hablan entre ellos mismos, escriben para ellos mismos y enseñan, a los futuros egresados de filosofía y carreras universitarias afines, el pensamiento de los grandes filósofos a lo largo de nuestra historia.
Pero en sus albores, ya desde Sócrates, en sus famosos diálogos con sus discípulos, la filosofía se concebía a sí misma como una forma, un estilo de vida, de vida buena, de vida mejor, más valiosa y saludable que ninguna otra.
La praxis filosófica contemporánea —surgida en Alemania en los años ochenta y adoptada y difundida rápidamente en EE.UU.— es una escuela de pensamiento que parte de la confianza (probada y demostrada) en que la filosofía puede ser aplicada a la vida personal y social para alcanzar la plenitud, el bienestar, la serenidad y, por qué no, la felicidad.
El consejero filosófico puede considerarse una suerte de terapeuta, en el sentido profundo de la palabra terapia que implica servicio, prestar atención al otro. También se puede entender como un asesor amigable finamente ejercitado, por la índole de su carrera académica previa y por su formación, en el difícil arte de escuchar y discernir.
Hay quienes por su problemática personal, según las variedades y grados de una patología psíquica, necesitan de un médico psiquiatra o un psicólogo. En ese caso tendrán que ahondar durante muchísimo tiempo en las raíces de su pasado o tomar antidepresivos o ambas cosas, abandonando la esperanza, una vez insertos en este camino (parafraseando a Dante) de recibir el alta prontamente. Puede pasar mucho tiempo, o toda la vida, hasta que las personas se sientan habilitadas (vía médica) para vivir por su propia cuenta, a su leal saber y entender.   Más adelante me explayaré sobre «Cuando Platón y cuando Prozac».
El consejero filosófico no es un predicador de la New Age.[1] No trata de reforzar hipnóticamente la creencia en que con sólo visualizar lo mejor de nuestra situación ello se realizará como por arte de magia: “Seremos felices y comeremos perdices en el mar de la abundancia espiritual y material, amaremos a los otros, los otros nos amarán, estaremos en armonía con el Cosmos y éste a su vez con nosotros, perfectamente alineado todo con todo”.Aunque estas últimas aspiraciones son muy loables y, en definitiva, es lo que desearíamos para nuestra vida, para el consejero filosófico, no se cumplen siguiendo principios o slogans superficiales, sino luego de un serio análisis racional de la problemática concreta de cada individuo, y un aprendizaje fundado en razones universales pero verificables a través de la propia experiencia existencial. El consejero filosófico no fomenta la ilusión ni el autoengaño. Por el contrario, ha sido preparado para distinguir entre apariencia y verdad.

[1] La New Age ha bastardeado el vocablo y el concepto “metafísica”, aplicándolo a consejos superficiales y facilistas para alcanzar el “éxito” y la “abundancia” en la vida. ¡Que diría Aristóteles de su bienamada Ciencia, la filosofía primera!.

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Qué es lo que la consejería o consultoría filosófica puede hacer por usted?

By admin | abril 28, 2008

Ayudarlo, como diría mi colega, Lou Marinoff[1], filósofo canadiense pionero de esta nueva práctica en EE.UU., a vivir una “vida examinada”. A través de preguntas muy similares a las de la mayéutica[2] socrática, articular un diálogo honesto, honrado y, por sobre todo, amigable con usted.
Ayudarlo a “vivir filosóficamente”, a tomarse las cosas “con filosofía”. Aunque estas expresiones nos suenan como frases hechas, lugares comunes malgastados por el uso y abuso, habría que rescatar la riqueza de la significación que les dio origen.
Tomarse las cosas con filosofía implica:
Aprender a identificar claramente cuál es su problema y definir su crisis actual.
Aprender a reconocer las emociones que dicho problema suscita en usted y poder expresarlas con nombre y apellido.
Aprender a distinguir la mayor cantidad de alternativas posibles, dada su situación presente, para salir de sus inquietudes o preocupaciones y de las emociones concomitantes, para sentirse mejor o alcanzar un estado de bienestar o, al menos, de serenidad sin autorreproches. A veces podrá optar por el sendero que lo conduzca directamente a la felicidad y a la alegría, y a veces simplemente evitar males mayores. Este debe ser un proceso “realista”. En todo caso, siempre se sentirá mejor y liberado cuando haya decidido por sí mismo un camino viable para transitar por cuenta propia cuando tenga que atravesar las grandes aguas.
Aprender a “actuar” la esencia de este trabajo: “tomarse las cosas con filosofía” es llevar esa “vida examinada”, como lo señala Marinoff. Es separarse del apego al problema, del apego al sufrimiento del momento —o por un momento— y contemplarlo desde una perspectiva universal, a la luz de las distintas concepciones de felicidad, responsabilidad, valor y sentido de la vida que los grandes pensadores de la humanidad, frente a los mismos sufrimientos y conflictos que hoy usted está atravesando, han formulado y sistematizado.
Seguramente, de todas estas concepciones hay alguna que usted, quizás sin clara conciencia, ha estado cultivando antes de llegar a la consulta. Es natural. La filosofía es inherente a todo hombre, sea o no filósofo de profesión. Todos tenemos un conjunto de creencias favoritas que forman parte de nuestra visión personal del mundo, tal como se ha ido conformando a lo largo de nuestra vida por educación, por las experiencias que nos han dejado algún tipo de aprendizaje, por lo que consideramos han sido nuestros grandes aciertos o grandes errores, por el bien que creemos haber hecho o el mal que creemos haber infligido, etc.
En la etapa del examen o mirada contemplativa de nuestro problema, nos sorprenderemos con las similitudes y diferencias que nuestras creencias guardan en relación con los pensamientos de los sabios de todos los tiempos. Esta iluminación que surge de la conversación empática con el consejero filosófico, genera los nuevos puntos de vista (a veces son los viejos reapropiados), las nuevas intuiciones y visiones que nos permitirán reinterpretar el significado de nuestras crisis y descubrir qué conductas nos posibilitarán transformarlas en oportunidades de cambio.
El entrenamiento con la ayuda de un consejero filosófico no permanece atado al pasado de las personas ni busca en él interpretar lo que le está ocurriendo ahora. Se trabaja con las dificultades del presente y se proyecta hacia un futuro que aporte serenidad y sentido a la existencia. Es un camino corto en el tiempo y profundo en el ser de cada uno. Hay mucho sufrimiento imaginario en el ser humano. Mucho sufrimiento inútil. Poco sentimiento genuino y mucho “mentimiento”[3]. El asesoramiento filosófico busca ayudarlo a separar la paja del trigo. Es un sendero muy cercano al del sentido común. Pero son pocas las personas en las que el sentido común no esté distorsionado por una errónea percepción de la realidad y una errónea percepción de sí mismas.
El asesoramiento filosófico es un trabajo pragmático. Los consejeros filosóficos no pretendemos convalidarlo con demostraciones intelectuales. Sólo pretendemos “mostrarlo” a través de la experiencia práctica. No nos detenemos a analizar su valor intrínseco. Para nosotros es valioso porque hemos comprobado que funciona. Y funciona mucho mejor que un antidepresivo.

[1] Autor del célebre best seller “Más Platón y menos Prozac”.
[2] Mayéutica es el arte de asistir a la parturienta a dar a luz una nueva vida.
[3] Hipocondría del alma.

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